La fascinación de un excéntrico heredero por un juguete, combinada con la tradición y la fortuna de una familia de productores del Valle de McLaren, en Australia, ha generado una de las obras de arquitectura más fascinantes de la industria del vino en el mundo.
Firmado por el arquitecto Nic Salvati, el Cubo d’Arenberg fue diseñado a principios de la década de 2000 por el enólogo en jefe Chester Osborn, representante de la cuarta generación de la familia de viticultores tradicionales, basándose en el concepto de que, al igual que el cubo de Rubik, el vino es un rompecabezas multifacético.
Creación de la bodega surrealista
Se necesitaron 15 millones de dólares y 15 añospara levantar el edificio, que tiene cinco niveles, cada uno de ellos colocado como si alguien hubiera hecho un pequeño “giro” para encontrar la solución del cubo.
Todos los ambientes fueron diseñados para atraery estimular los sentidos, incluyendo recursos tecnológicos, como una sala sensorial, un fermentador virtual y presentaciones 360 grados en video, entre otras experiencias táctiles, olfativas y gustativas, siempre con la propuesta de animar a los visitantes a pensar de forma diferente sobre el vino.
La bodega también cuenta con una exposición de algunas de las obras emblemáticas de Salvador Dalí, maestro del surrealismo, que incluye enormes esculturas situadas en los jardines que rodean el cuboy otras en salas especiales, así como pinturas de otros artistas contemporáneos expuestas en las zonas interiores.
Además de disfrutar de catas de las etiquetas d’Arenberg, que se llevan a cabo en la planta alta de la bodega, con vistas panorámicas de los viñedos del Valle de McLaren, los visitantes pueden participar en experiencias como The Blending Bench, desarrollando sus propias mezclas, creando y etiquetando vinos únicos para llevar a casa.