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Vinícolas españolas: conozca las regiones de La Rioja y Ribera del Duero

Al cruzar el río Ebro por la carretera A-3210, se divisa la resplandeciente decoración que corona el hotel bodega Marqués de Riscal, en la provincia vasca de Álava. La estructura, hecha de placas de titanio entrelazadas, emerge de un mosaico de viñedos, arrojando reflejos dorados y violetas sobre Elciego, un pueblo medieval de poco más de mil habitantes en el norte de España.

Unos kilómetros más adelante se percibe que el curvilíneo nudo metálico adquiere un aire aún más insólito, situado junto a la iglesia de San Andrés, una construcción gótica del siglo XVI. Diseñado por el arquitecto canadiense Frank O. Gehry — el mismo que proyectó el Guggenheim de Bilbao, a 120 kilómetros —, el edificio es el icono más ambicioso de la embriaguez arquitectónica creativa que aqueja, en los últimos años, a las regiones vitivinícolas de Rioja (la denominación de origen más antigua de España) y Ribera del Duero, que en las últimas décadas han destacado por la extraordinaria calidad de sus vinos tintos.

Lejos quedan los tiempos en que España vivía a la sombra de viñedos glamurosos como los de Toscana o Burdeos. Hoy, España cuenta con numerosas bodegas diseñadas por artistas del concreto, como Zaha Hadid, Santiago Calatrava, Sir Richard Rogers o Norman Foster.

Y así el país enarbola la bandera de la vanguardia entre las viejas damas del enoturismo europeo.El estandarte de titanio del Marqués de Riscal responde a la destacada bodega Ysios, situada junto a la localidad de Laguardia, a sólo 8 kilómetros de Elciego. Precursora del “libertad” arquitectónica en la región, la bodega fue diseñada a principios de la década de 2000 por el controvertido arquitecto Santiago Calatrava, quien creó una reinterpretación pixelada de la impresionante Sierra Cantabria, omnipresente telón de fondo de la Rioja Alavesa.

“Calatrava ha transformado un edificio funcional en una imagen inolvidable: una ola de madera y aluminio que imita la sierra y simboliza el proceso de transformación de la uva en vino”, divaga Michael Webb, autor del libro Adventurous Wine Architecture, en el que repasa la neoarquitectura del vino en varios países.

“En el imaginario popular, una bodega sigue siendo un château europeo, pero cada vez más productores buscan nuevos conceptos”, añade.En esta ola contemporánea, Calatrava y Gehry fueron sólo el principio. Poco después de la inauguración del Marqués de Riscal, en 2006, le tocó a Zaha Hadid renovar la bodega riojana López de Heredia Viña Tondonia la arquitecta fue la primera mujer en ganar el premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.

La antigua bodega de la localidad de Haro, a 35 kilómetros de Elciego, ha recibido una tienda en forma de decantador con el efecto fl uido característico de la arquitecta iraquí.Justo antes de que la actual crisis económica agriara los presupuestos ibéricos, aún hubo tiempo para que Sir Richard Rogers imprimiera la vanguardia británica al dominio de Protos, inaugurado en 2008 en la localidad de Peñafiel, en la Ribera del Duero.

La estructura triangular de la bodega, con bóvedas entrelazadas, se convirtió en la punta de lanza de un reinado que duró hasta 2010, cuando, tras un largo retraso en su construcción, la bodega Portia se hizo por fi n realidad. Ubicada en Gumiel de Izán, la bodega, diseñada por Norman Foster, luce una futurista estructura en forma de fl or, moldeada en acero, hormigón, madera y cristal.

“Era nuestra primera bodega, así que partimos de cero, tomando el vino y los paisajes de la Ribera del Duero como puntos de partida”, explica el arquitecto británico, que asistió a dos vendimias en la región en busca de inspiración. “Esto nos llevó a apostar por materiales vinculados a las tradiciones regionales e incorporar espacios públicos abiertos al paisaje”.

EL CAMINO DE PANIEGO

Francis Paniego, cocinero emblemático de la región que, no por casualidad, fue elegido para dirigir el restaurante de la bodega Marqués de Riscal, atrajo la atención internacional al ser galardonado con la segunda estrella de la Guía Michelin por su restaurante El Portal de Echaurren, en la localidad de Ezcaray, a 50 kilómetros de la bodega. El menú, aclamado por la crítica, se llama Recorriendo el Valle, en homenaje a su tierra natal.

Un ejemplo de su conexión con el entorno es el plato “pan de humo, ceniza y Tondeluna”, que tiene dos de sus ingredientes -mantequilla y queso de cabra- encargados a productores locales, que crían sus propios animales y elaboran productos artesanales en el pueblo riojano de Tondeluna.“La Rioja tiene una diversidad paisajística impresionante en un espacio reducido, con montañas de más de 2,200 metros de altura y zonas cálidas llenas de olivos mediterráneos”, describe el chef.

“Por ello, genera excelentes y diversos productos, como alcachofas, nueces, pochas (tipo de judía blanca), caparrones (judía rosa), frutas, setas…”. Resulta curioso observar al chef expresar afecto por su lugar de nacimiento en un discurso lleno de diminutivos.

Su día perfecto lejos de los fogones pasa por pasear por los montes de Ezcaray, estirar una toallita y, sobre una tabuita cortar unas lonchas de chorizito, el queso de cabra de Tondaluna, y luego dejar correr una botellita de vino. “Me deleita subir al castillo de San Vicente de la Sonsierra y mostrar, desde allí arriba, mi tierra y los meandros del Ebro”, describe.

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