¡Sí, los tintos también van con el verano! Y hoy te vamos a enseñar por qué.
Es importante que recordemos siempre que el cuerpo humano mantiene una temperatura media cercana a los 36 ° C. En invierno, tenemos que generar más calor para calentar el cuerpo y mantener nuestra temperatura en ese rango.
Entonces, es natural consumir alimentos más calóricos que en verano, cuando esta situación se invierte y necesitamos menos calorías. Además, necesitamos más líquidos, ya que el cuerpo, que luego necesita enfriarse, aumenta la producción de sudor y se deshidrata.
Por eso, es natural que en la estación más calurosa del año busquemos alimentos más ligeros que aporten frescura. Ahí es donde entran los vinos blancos y rosados. Además, por supuesto, de los espumantes, que encajan perfectamente en este perfil porque son más ligeros y refrescantes, por su mayor acidez. Sin mencionar que quedan muy bien cuando se sirven fríos.
Sin embargo, un buen tinto también puede tener su lugar en verano. Solo busque ejemplares que tengan estas características típicas de blanco y rosado. En su debida proporción, por supuesto, ya que los tintos en general son menos ácidos y más corpulentos que sus hermanos de otros colores.
Por ello, opta por los más ligeros, con poco o ningún paso por barricas de roble, con taninos sutiles o más ligeros, de mayor acidez y que se puedan servir a temperaturas más bajas.
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Las uvas de los vinos tintos
Los vinos tintos elaborados con uvas como Pinot Noir , Barbera y Gamay , o incluso Valpolicellas y Bardolinos de Veneto, Italia, son ejemplos que encajan perfectamente en este perfil.
Pero asegúrese de leer las descripciones de los vinos, ya que puede descubrir uvas nuevas que van muy bien en verano. Todo depende de las condiciones en las que se cultivó la uva y del proceso de producción.
Pero nada impide a un amante de los tintos con mucho cuerpo consumirlos en verano, siempre que respeten la temperatura de servicio correcta (entre 16 y 18 ° C), y no los sirvan a temperatura ambiente.
Un tema importante que merece ser destacado es el consumo de alcohol en verano. Contrariamente a la imaginación popular, todas las bebidas alcohólicas reducen la temperatura corporal.
Esto se debe a que el alcohol actúa como vasodilatador, lo que hace que el cuerpo pierda calor. Así, cuando sale, provoca, en un primer momento, el calentamiento periférico del cuerpo, sin embargo, a medida que el calor se va disipando, es una falsa sensación de aumento de temperatura.
Y conviene recordar que el alcohol también provoca deshidratación, y es fundamental, sobre todo en verano, consumir más agua para compensar su pérdida por parte del organismo.
Ahora que conoces las características a buscar, ¡puedes elegir el rojo de tu preferencia para los calurosos días de verano!